OTRAS TIERRAS

El Tsunami y Panamá

Los movimientos tectónicos asociados a la dinámica interna de nuestro planeta repercuten de manera directa y diferencial en toda la corteza terrestre. Entonces no es extraño que ante un movimiento tectónico cercano a nuestro país, podamos sentir movimientos a escalas más pequeñas, como repeticiones.
El mapa tectónico panameño forma parte de un complejo sistema de bloques y placas oceánicas que cubren nuestro planeta y resguardan la superficie de la influencia directa de las emanaciones magmáticas existentes en la profundidad de la Tierra.
Nuestro istmo, genéticamente se encuentra asociado a los movimientos tectónicos que se generaron a partir del choque entre la placa de Cocos y la placa del Caribe, produciendo un ascenso de la corteza oceánica conjuntamente con el complejo volcánico denomindado “arco de islas”, el cual, posteriormente dio origen a nuestro país Panamá. Las heridas de este nacimiento, han sanado pero los movimientos en otras latitudes del planeta mantienen una actividad que se transmite diferencialmente a lo largo de dichas estructuras, lo cual sugiere que en dependencia de la energía acumulada o inducida por un reajuste masivo de la corteza oceánica; puede repercutir significativamente en dichas estructuras (fallas regionales). A lo largo de toda la costa pacífica del continente americano, se localizan estructuras muy bien definidas entre las cuales podemos mencionar las fallas regionales, dorsales oceánicas y las zonas de subducción, que permiten en la mayoría de los casos, que el excedente por crecimiento de la corteza oceánica, se introduzca por debajo de los continentes o masas continentales. Este fenómeno, puede desarrollarse dentro de los parámetros normales o de manera acumulativa, lo cual resultaría muy riesgoso y peligroso para todo aquello que se encuentre sobre la superficie terrestre. En este último caso, la aparición de movimientos tectónicos, el ascenso de lava a la superficie y la activación del volcanismo, son a penas algunas de las manifestaciones más comunes de estos eventos cuando la energía acumulada supera la capacidad de absorción de los cuerpos; la liberación brusca y masiva induce la aparición de sismos profundos.

Existen fenómenos colaterales asociados al reacomodo tectónico, que en dependencia del lugar donde se originan los sismos, producen desajustes climáticos, recalentamiento de las aguas y  otras variantes además de los movimientos ptropios de un sismo. En el caso de un sismo profundo cercano a la costa, la  energía liberada por el sismo, se transmite  principalmente a  las capas tectónicas y también a las masas de agua, generando en primer lugar un vacío colosal de proporciones similares a la magnitud y movimientos del sismo. De manera inmediata, las masas de agua experimentan una succión que rebota en el fondo marino impulsando millones de metros cúbicos de agua hacia arriba de tal manera que al regresar, generan oleajes que alcanzan alturas hasta de 30 metros como el caso del sismo al noroeste de la isla de Sumatra el 24 de diciembre del año 2004.

La continuación de los oleajes, repiten el movimiento cíclico ondulatorio del sismo y puede transmitirse a cientos y miles de kilómetros del lugar de origen.

FALLAS_REG
En Panamá, no estamos preparados para una eventualidad de esta magnitud y tampoco lo esta cualquier país cuyas economías han desechado históricamente los procesos de apoyo a la investigación científica de los fenómenos que las rodean y además, no han invertido recursos de manera seria y consecuente al entendimiento de fenómenos naturales y en especial a encontrar fórmulas que ayuden a mitigar sus efectos a la población. con alertas tempranas, información clasificada y  establecimiento de rutas de evacuación basadas en estudios y simulaciones. No obstante, la información básica existente en el país condicionada a estudios analíticos y proyección, puede ser de una gran ayuda preventiva para ofrecer alternativas e indicaciones sensatas y confiables a la población ante estos eventos.
Al observar el mapa tectónico de Panamá, se identifican zonas profundas muy próximas a nuestras costas y en especial a la vertiente pacífica. Un elemento a considerar es el gran Cañón de Azuero, que cuenta con una profundidad de más de 3500 metros bajo el nivel del mar y responde a un sector asociado a la zona de subducción que se registra aproximadamente a unos 80 kilómetros de la costa sur de la península de Azuero. De igual manera, tenemos otra gran depresión, cercana a las costas de Darién con profundidades que oscilan entre los 3700 y 4000 metros.

Es importante destacar que similares profundidades asociadas a la zona de subducción en la isla de Sumatra, fueron las causantes del gran sismo profundo que degeneró en un tsunami (3800 metros). Comparativamente con el punto más alto de nuestro planeta (monte Everest – 8848 metros), existen grandes profundidades que superan esta altitud como la fosa de Las Marianas que cuenta con profundidades de 9016 m.,9695 m,. 9656 m., y 10915 metros bajo el nivel marino. Con esta información referencial, me permito hacer una observación relacionada con la importancia de asumir una actitud consecuente y seria ante la responsabilidad que representa la seguridad nacional y la planificación que conlleve a mitigar daños masivos a los nacionales en situaciones que pueden se previstas.

La geología, como ciencia estudiosa de los fenómenos y transformaciones que ocurren sobre la Tierra, así mismo, es una importante herramienta complementaria hacia las demás especialidades dedicadas a brindar servicios y bienestar, por lo que debe ser tomada muy en cuenta para el desarrollo de politicas de seguridad y planes de contingencia.
Ante los fenómenos tectónicos que se han registrado en los últimos años, la ubicación y en especial el tiempo intermedio entre el suceso y la repercusión en otras zonas del planeta, son claros indicativos de la dinámica interna. Un patrón de comportamiento en espacio – tiempo, donde se pueden identificar posibles zonas con potencial para desastres sería de singular ayuda. Las manifestaciones pueden estar asociadas a la tectónica como también a los cambios climáticos que distorsionados, producen desajustes en el comportamiento de la temperatura, las lluvias y hasta del período de las estaciones. Lo más frecuente pueden ser frentes de baja presión atmosférica que traen nevadas, lluvias intensas extemporáneas o de manera brusca.


La composición geográfica y morfológica del istmo panameño, comprende sectores montañosos hacia las partes centrales  y en especial hacia el Sur y las costas, encontramos  extensas zonas bajas potencialmente vulnerables ya que como se manifestó anteriormente las poblaciones se encuentran concentradas en estos sitios. En adelante se muestra un mapa  donde aparecen estas zonas con mayor detalle.En marrón claro las zonas montañosas con elevaciones desde los 100 msnm, en color verde claro, las zonas bajas desde  el nivel del mar hasta  los 100 msnm.


Panamá, no escapa a esta posibilidad aunque “siempre” hemos gozado de una aparente calma que debe interpretarse con mucha seriedad.
Otro detalle a considerar es la densidad poblacional panameña. Esta, se recarga hacia la vertiente pacífica y en especial en las zonas costeras. Igualmente, las áreas urbanizadas difícilmente superan los 30 metros de altitud sobre el nivel del mar. Numerosas urbanizaciones, centros recreativos, comerciales han ocupado las zonas bajas en las costas, esteros riveras de ríos, los cuales son potencialmente los primeros sitios  para el choque de oleajes o eventos desde el mar. Un elemento a considerar de ahora en adelante.

Tierra Grande

www.tierragrande.co

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio utiliza Akismet para disminuir el spam. Aprenda más de como sus comentarios son procesados.